miércoles, 14 de noviembre de 2012

DOS VISIONES OPUESTAS DE LA CRISIS: MONSEÑOR LEFEBVRE Y MONSEÑOR FELLAY.





Monseñor Fellay dio una conferencia en Flavigny, el 2 de septiembre de 2012 donde expuso su visión de la crisis de la Iglesia. Esta visión ha sido analizada en un texto difundido en nuestro sitio. Ahora, nos permitimos ir más lejos yuxtaponiendo largos extractos de esta conferencia (para no truncar el pensamiento del conferenciante) con la conferencia que dio Monseñor Lefebvre en 1978 que iba a determinar la posición de la fraternidad con respecto a Roma modernista.
El lector quedará estupefacto de la contradicción entre estos dos conferenciantes.
Buena lectura…
En negrita: Visión realista de Monseñor Lefebvre (junio 19 de 1978)
en itálica : Visión sobrenaturalista de Monseñor Fellay (2 de septiembre de 2012) (extractos)
Monseñor Lefebvre: « Al contrario, creo que en el próximo encuentro, o antes del próximo encuentro, si me piden verdaderamente ese coloquio, soy yo quien plantearía las preguntas. Yo soy quien los interrogaría, para decirles: ¿A qué Iglesia pertenecen ustedes? ¿A qué Iglesia nos referimos –quisiera saber- si nos referimos a la Iglesia Católica o a otra Iglesia, a una Contra-Iglesia, a una falsificación de Iglesia?... yo creo sinceramente que se trata a de una falsificación de la Iglesia y ya no la Iglesia católica. ¿Por qué? Porque ellos ya no enseñan la fe católica. Ya no defienden la fe católica. Y no solamente no enseñan la fe católica ni la defienden, sino que enseñan otra cosa, ellos han convertido a la Iglesia en otra cosa que no es la Iglesia católica. Ya no es la Iglesia católica. Están sentados en la sede de sus predecesores, todos esos cardenales que están en las congregaciones y todos esos secretarios que están en las congregaciones o en la Secretaría de Estado; ellos están bien sentados donde estuvieron sus predecesores, pero no tienen continuidad con sus predecesores. Ya no tienen la misma fe, ni la misma doctrina, ni la misma moral que sus predecesores.”
Monseñor Fellay: No nos damos bien cuenta de esta realidad, mis queridos hermanos. Cuando la Virgen recibió en sus brazos a Jesús muerto, ella recibió a Jesús vivo. Si nos diéramos verdaderamente cuenta, Nuestra Señora pudo hablar a su Jesús no como un muerto,. El está muerto, pero ella pudo hablarle como a su Dios vivo como cuando nosotros le hablamos en le Santa Eucaristía. Es el mismo Jesús vivo que esconde su vida humana. Es exactamente el mismo Dios, El no ha dejado su cuerpo. El Alma lo dejó, pero la divinidad no ha dejado ni el cuerpo ni el alma. Pues bien, esta es la misma prueba, la misma tentación que el Buen Dios nos permite tener, esta vez en relación no al cuerpo de Nuestro Señor, sino en relación a su Cuerpo místico. Así, cuando vemos la Iglesia, encontramos estos dos componentes: un componente humano y un componente divino. Pero no solamente eso; encontramos también lo que se puede llamar las consecuencias extremas de estos dos elementos, y allí es donde interviene la tentación que, para muchos, parece insoportable, inaceptable. La fe en la Iglesia nos obliga a profesar lo que decimos en el Credo: “Yo creo en una Iglesia una, santa”. Nosotros lo decimos y no hablamos de una Iglesia en el aire! Nosotros hablamos de la Iglesia que está allí, real, delante de nosotros, con una jerarquía, con un papa. Ese no es el fruto de nuestra imaginación, allí está la Iglesia, es real, la Iglesia católica romana. Nosotros debemos decir y debemos profesar a esta Iglesia como santa, como una, porque la fe nos obliga.
Monseñor Lefebvre : « Entonces ya no es posible. Y principalmente, su más grave error es el ecumenismo. Ellos enseñan un ecumenismo que es contrario a la fe católica.
Y yo diría: ¿Qué piensan ustedes de los anatemas del Concilio de Trento ? ¿Qué piensan ustedes de los anatemas de la Encíclica “Autorem Fidei” sobre el Concilio de Pistoya? ¿Qué piensan del Syllabus? ¿Qué piensan de la Encíclica “Immortale Dei” del papa León XIII? ¿Qué piensan de la “Carta al Sillon? Por el Papa San Pio X? ¿De la Encíclica Quas Primas? del papa Pio XI, de « Mortalium Animos » justamente del Papa Pio XI contra el ecumenismo, de este falso ecumenismo ? y así seguiría… ¿Piensan ustedes todo eso? ¡Que me respondan! Que me respondan si todavía están de acuerdo con todos estos documentos de los papas, con todos estos documentos oficiales que definen nuestra fe. No son documentos cualesquiera, no son alocuciones o conversaciones privadas de los papas, son documentos oficiales que comprometen la autoridad del papa. ¿Entonces?...
Creo que podemos, e incluso debemos creer que la Iglesia está ocupada. Ella está ocupada por esta Contra-Iglesia. Por esta Contra Iglesia que conocemos bien y que los papas conocieron perfectamente, y que los papas han condenado a lo largo de los siglos. Desde hace cuatro siglos, la Iglesia no ha cesado de condenar esta Contra-Iglesia que nació con el protestantismo sobretodo, que se desarrolló con el protestantismo y que es el origen de todos los errores modernos que destruyeron toda la filosofía y que nos llevó a todos esos errores que conocemos y que los papas han condenado: liberalismo, socialismo, comunismo, modernismo, sillonismo y qué se yo. Y estamos muriendo. Los papas hicieron todo para condenar esos errores. Y ahora aquellos que están en las sedes de quienes condenaron los errores, están de acuerdo prácticamente con el liberalismo y con el ecumenismo. No podemos aceptar esto.
Monseñor Fellay: «Veamos ahora un poco las consecuencias, mis queridos hermanos, sobre todo en relación a la santidad. Nos damos cuenta que si actualmente tenemos la fe, si nosotros tenemos esta alegría de poder profesar la fe, es gracias a esta Iglesia tan concreta… que está en un estado lamentable. Cuando llevan a un niño a un sacerdote de la Fraternidad para impartirle el bautismo, la primera pregunta es: ¿Qué le pide a la Iglesia? (y no a la Fraternidad); y la respuesta es “la fe”. No es la Fraternidad sino la Iglesia que otorga esta fe… y la Iglesia actual es la que santifica. Cuando se dice “extra ecclesiam nulla salus”, fuera de la Iglesia no hay salvación, es la Iglesia actual de quien hablamos. Es absolutamente cierto. Vean ahora que el simple hecho de evocar estas palabras, nos hace plantearnos inmensas preguntas: ¿Cómo puede ser esto? ¿Estos obispos que profesan toda suerte de herejías, cómo pueden darnos la fe? Pues si. ¿Cómo es que Jesús muerto puede ser Dios? Es de fe, es absolutamente cierto que la fe y la gracia, que cada una de las gracias que recibimos en los sacramentos, las recibimos de la Iglesia. Y una vez mas, esta Iglesia concreta, no se debe hacer una abstracción, ¡Ella es real! Y nosotros formamos parte de Ella. Si nosotros estamos vivos en esta Iglesia, esta vida la recibimos de la cabeza de la Iglesia, esta cabeza que es por principio y antes que nada Nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo también hay todo un organismo, y este organismo por un lado debemos confesarlo como santo, y por el otro lado nos escandaliza tanto, que tenemos ganas de decir: “Nosotros no tenemos nada que hacer con estas personas, no pueden ir juntos, no se puede” Estos hombres de Dios que conducen a los cristianos, a los hijos de la Iglesia a la pérdida de la fe… ¡no pueden ir juntos! Evidentemente debemos rechazar esos errores con horror. Pero hay que distinguir, porque si no distinguimos, hacemos como los que al pié de la Cruz rechazaron todo. Es muy interesante ver que ante la Cruz, encontramos dos suertes de herejías”.
Monseñor Lefebvre: «Entre más se aclaran las cosas, más nos apercibimos que este programa, que ha sido elaborado en las logias masónicas –todo este programa, todos esos errores que han sido elaborados en las logias masónicas- nos apercibimos lentamente y con precisiones cada vez más grandes, que simplemente hay una logia masónica en el Vaticano. Y que ahora cuando uno se encuentra ante un secretario de congregación o un cardenal que se encuentra sentado en su sede o en una oficina donde antes estuvieron santos cardenales, cardenales que tenían la fe de la Iglesia y la defendían, y que eran hombres de Iglesia, ahora nos encontramos ante un masón!”
Monseñor Fellay: « Encontraremos aquellos que están tan golpeados, marcados por el dolor y la muerte, que todavía se niegan a acordar la divinidad de Nuestro Señor. Es el caso más frecuente. Es lo que todavía encontramos actualmente en todas partes, aquellos que dicen, como los discípulos de Emaús lo dijeron: “Creíamos que era un gran profeta, nos ha entusiasmado pero ahora está muerto, todo terminó. Teníamos puesta nuestra esperanza en él, pero ahora se acabó”. Actualmente los modernistas extremadamente viciosos, les hablan de Cristo, de la fe, desconfíen! Esas personas les dicen: “Sí, Jesús vivió pero ahora está muerto”. Y este Jesús de la historia, es decir, el verdadero, el que estuvo en la realidad, su historia terminó en la tumba. Está muerto, es el fin!. Pero entonces ¿Y la Iglesia Católica? “Bien, la Iglesia Católica –dicen ellos- viene de que el día de la Resurrección, algo ocurrió. Pero no es que Jesús haya resucitado. Es que ese día los apóstoles comenzaron a creer que había resucitado” Dicho de otro modo, inventaron esta cosa magnífica, inventaron lo que se llama “el Cristo de la fe”. Estos modernistas, si usted los interroga: “¿Cree usted lo que enseña la Iglesia? –Por supuesto, por supuesto que creemos, responderán ellos. No se podrá arrinconarlos por ese lado. Solamente que su fe ya no está en la realidad. Es de fantasía. Un cardenal, el cardenal Koch, escribió un libro sobre la fe de la Iglesia, sobre el Credo. Allí explica que los apóstoles atribuyeron la divinidad a Nuestro Señor al momento de la Resurrección. Continúa diciendo que con el desarrollo de la historia, las comunidades cristianas algunos siglos más tarde, han atribuido esta divinidad a Nuestro Señor al momento de su bautizo. Y así sucesivamente, con el desarrollo de la filosofía sobre la persona se atribuyó la divinidad a Nuestro Señor desde el principio de su vida. ¡Pero esta no es la fe! Es pura fantasía, es el modernismo puro. Hay que desconfiar verdaderamente de estas personas. Y vean ustedes, es la gran tentación delante de este muerto que hizo decir que se tiene la prueba de que es un hombre y nada más que un hombre. Entonces se le niega su divinidad. El arrianismo es otra forma de este error. Hoy en día, esta tentación aplicada a la Iglesia sería decir: “Este que vemos allí, lo constatamos, es un desastre, es herejía por todas partes, la inmoralidad… ¡Esa no es la Iglesia!
Monseñor Lefebvre: « Entonces ¿es la misma cosa? Ellos blanden la misma obediencia. Si, anteriormente se nos decía que obedeciéramos a la fe, se nos hacía prestar el juramento antimodernista, se nos hacía hacer profesiones de fe y todo eso, pero ahora, estas personas ¿Qué fe nos piden profesar? Ya no es la misma. Se enarbola siempre la obediencia, obediencia, obediencia. Si, obediencia a la Iglesia, sí. Obediencia a lo que la Iglesia siempre ha mandado ¡sí! Pero obediencia a la masonería ¡no! Ustedes saben que no.
Últimamente se me han presentado documentos que parecen ser completamente verídicos, estos documentos muestran la correspondencia entre Bugnini y el gran maestro de la Masonería sobre toda la reforma litúrgica, en la cual el gran maestro pide a Bugnini de aplicar la reforma del famoso Rocca, el sacerdote apóstata que había predicho todo lo que debía hacerse y previó lo que debería hacerse cuando el Vaticano fuera ocupado por la masonería: -Esto es lo que se debe hacer. Y entonces el gran maestro le pide a Bugnini aplicarlo. Y el gran principio: hay que llegar a la “naturalizatione del Incarnatione”, es decir, desnaturalizar la Encarnación.
Entonces se llega al naturalismo. Hay que aplicar los principios de la lengua vernácula, de la multiplicidad de ritos, de la multiplicidad de la liturgia para que la liturgia se vuelva completamente confusa y llevar la confusión por todas partes, y las oposiciones entre los diferentes ritos. Bugnini respondió que estaba completamente de acuerdo con eso, pero que haría falta cierto tiempo. Se necesitarán probablemente diez años, pero en el espacio de estos diez años esto llegará, y que con la confianza que le profesa particularmente el cardenal Lercarro e incluso el Papa Paulo VI, con esta confianza que él tiene está asegurado el poder llegar a estos fines. Y el nombra todos aquellos con los que trabajará en la curia romana, todos aquellos que, también, tienen lazos con la masonería, entonces él podrá trabajar con ellos. Pero se necesitará ubicar a algunos, es necesario que todas las congregaciones estén más o menos infiltradas por los miembros de la masonería que nombró: fulano, fulano, fulano… habrá que perseguir a quien nos moleste, a quien esté contra nosotros, habrá que sacarlos fuera. Hay que suprimir la congregación de ritos- eso es lo que pone- pero no es la congregación de ritos, es la congregación de los sacramentos. El logró suprimir la congregación de sacramentos para poner todo bajo la congregación de ritos, por consecuencia, poner todo bajo su autoridad. Todo eso se ha dicho en las cartas del gran maestro de la masonería, entonces, ¿Qué quieren?
¿La obediencia? ¡Ah no, que no nos hablen de obediencia!
Queremos obedecer, por supuesto. Nosotros somos los más obedientes a la Iglesia y a todo lo que la Iglesia siempre enseñó, lo que siempre quiso, pero no a los hombres que trabajan para la destrucción de la Iglesia en el interior mismo de Ella. El enemigo está en el interior de la Iglesia. El papa Pio X lo anunció, la Salette lo anunció, Fátima lo anunció. Todo ha sido anunciado de manera pública. Se sabía que el enemigo iba a introducirse en el interior de la Iglesia. Pues bien, ya está allí, ya está allí”.
Monseñor Fellay: « Por un lado como de otro, el único medio de estar en la verdad, es de tomar las dos puntas. Incluso si no sabemos cómo llegar a juntarlas. Hay que afirmar al pie de la Cruz la verdad de la divinidad de Nuestro Señor y la Verdad de su Pasión y su muerte. En la Iglesia, por un lado hay que afirmar y mantener que ella tiene las promesas de Nuestro Señor, que ella no caerá. Las puertas del infierno no prevalecerán. Y por el otro lado, con igual de fuerza, sobretodo no hay que negar la percepción que tenemos de la realidad. Vemos bien el estado de la Iglesia, desastroso –una catástrofe sin nombre. Entonces ¿cómo van juntos los dos elementos? Tratamos de explicar cómo podemos. Decimos bien: Es el lado falible de la Iglesia… ¡pero están las promesas de Nuestro Señor! Si, es verdad, están los dos, y uno no excluye al otro. Pero en el momento que se quiera ir más de un lado que de otro, no podemos guardar este equilibrio entre los dos. Y nos deslizamos al error. Esta situación no es fácil. Es a esto que yo llamo la tentación de los apóstoles. Y ustedes saben cuántos apóstoles quedaron al pie de la Cruz.
Esta es una prueba de las más terribles que se pueda imaginar, es la que tenemos nosotros. Una prueba que nos fuerza a desconfiar de aquellos que fueron establecidos por Dios para darnos la fe, la gracia y la salvación. Esto es terrible. No puede ser peor. Hay que pedir verdaderamente al Buen Dios esta gracia de mantener el rumbo, de permanecer en este equilibrio justo y verdadero”.
Monseñor Lefebvre: ¡Que no vengan a pedir suspender las ordenaciones! ¿Quién pide suspender las ordenaciones? ¿Quién nos pide que ya no hagamos buenos sacerdotes? ¿Quién? ¿El Espíritu Santo o el demonio? Está claro, está claro. ¿El poder normal de la Iglesia puede pedir a un obispo ya no hacer buenos sacerdotes? ¿El poder normal de la Iglesia puede pedir una cosa como esa? ¿Pedir la supresión de seminarios que saben que son buenos? Ellos lo saben, ellos lo han dicho. Dijeron que eran buenos seminarios. Ellos saben que la doctrina que se les enseña es la verdadera doctrina. Ellos lo saben, ellos lo han escrito, lo saben perfectamente. Ellos lo han escrito en el reporte de los visitadores. Los visitadores lo han dicho. Hicieron un reporte excelente a favor del seminario. Eso es lo que el cardenal Garonne me dijo personalmente cuando me pidió venir a Roma. El dijo: -Si, el reporte es bueno. Sabemos que el seminario es bueno, etc. etc. ¿Entonces por qué cerrar el seminario? Simplemente porque no queremos seguir las orientaciones masónicas del ecumenismo, y todas las nuevas orientaciones que se han forjado en las logias masónicas. Entonces se quiere cerrar el seminario. Pues no. No es posible. Esto no viene del Espíritu Santo, no viene de la Iglesia. No es la Iglesia la que nos pide cerrar el seminario. No es la Iglesia. No es el papa en tanto que papa, esos que están allí en tanto que son verdaderamente sucesores de los que estaban antes de ellos, no. Es una logia masónica que llegó a penetrar el interior del Vaticano y que maneja todo y que evidentemente no puede soportarnos. Está claro, es evidente. Nosotros somos un obstáculo a su plan, a su plan de destrucción del sacerdocio, de destrucción de la misa, de destrucción de la liturgia, es evidente.
« Entonces, ¿debemos obedecer? Yo creo que en conciencia, delante del buen Dios, cuando me dice: -Reflexione bien delante de Dios en conciencia sobre lo que usted hace… Pues sí, he reflexionado delante del Buen Dios. Si me equivoco, que el Buen Dios me dé la luz para mostrarme mi equivocación, pero no lo creo. Yo creo verdaderamente que haciendo lo que yo hago, ordenando los sacerdotes que yo voy a ordenar, yo creo que sirvo a la Iglesia. Yo sirvo a la Iglesia. Yo no lo haría si por solamente un instante tuviera el pensamiento que pudiera ser contrario al bien de la Iglesia, entonces me abstendría de hacer cosas como esa. Es muy grave. Pero es completamente lo contrario.
Monseñor Fellay: « Entre los nuestros, algunos dicen: “No tenemos nada que hacer con esas personas ¿por qué querríamos discutir con Roma? ¡No sirve para nada! ¡Es demoler la fe!, etc. » Yo les respondo: No, atención, El hecho de ir a Roma no quiere decir que estemos de acuerdo con ellos. Pero es la Iglesia. Es la verdadera Iglesia. Rechazando lo que no es bueno, no hay que rechazar todo. Ella sigue siendo la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Ciertamente no es fácil de conciliar, pero hay que tener mucho cuidado al rechazar ciertas cosas, no rechazar todo. Igualmente que cuando aceptamos la realidad de la muerte de Nuestro Señor en la Cruz, no hay que decir que no es Dios. Igualmente, cuando rechazamos el mal que se encuentra en la Iglesia, no hay que concluir que ya no es la Iglesia. Hay partes que ya no son la Iglesia, si, pero no toda. Es un gran misterio. Y hay que suplicar al Buen Dios de mantenernos en el buen camino en esta prueba”.
Monseñor Lefebvre: « En fin, los hechos son evidentes ahora, los efectos de esta reforma y de esta persecución de la Iglesia en el interior de la Iglesia son claros para todo el mundo, cada vez son más claros. Es suficiente con leer la Documentación católica cada vez para apercibirse cuántas ideas falsas están infiltradas en los documentos episcopales, en todos los documentos, todas las comisiones teológicas. Lean la que se les ha dado a mediodía, las comisiones de teología. Está lleno de errores, es un falso espíritu, un espíritu que no es para nada el espíritu de la Iglesia. Entonces es por eso que no dudamos un instante, y espero que el Buen Dios continúe bendiciéndonos.